lunes, 2 de mayo de 2016

15 SURGIR DE LA TIERRA


En ese momento, los bodisatvas que se habían congregado desde las tierras de las demás direcciones, más numerosos que los granos de arena de ocho ríos Ganges, se pusieron de pie en mitad de la inmensa asamblea, unieron las palmas de sus manos, se inclinaron en reverencia y dijeron al Buda:
—¡Honrado por el Mundo, si en la época que vendrá después de que el Buda haya entrado en la extinción nos permites proteger, abrazar, leer, recitar, copiar y hacerle ofrendas a este sutra en el mundo saha con diligencia y seriedad, nosotros lo predicaremos ampliamente por toda la tierra.
En ese momento, el Buda dijo a los bodisatvas:
—¡Desistid, buenos hombres! No tenéis ninguna necesidad de proteger y abrazar este sutra. ¿Por qué? Porque en este, mi mundo saha, hay bodisatvas numerosos como los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges y, asimismo, cada uno de ellos posee una comitiva equivalente a los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges. Después de que yo haya entrado en la extinción, estas personas serán capaces de proteger, abrazar, leer, recitar y predicar ampliamente este sutra.
Cuando el Buda pronunció estas palabras, la tierra de los mil millones de países del mundo saha se estremeció y se abrió, y de ella surgieron, en el mismo instante, infinidad de miles, decenas de miles, millones de bodisatvas. El cuerpo de todos estos bodisatvas irradiaba matices dorados, emitía un fulgor inmensurable y poseía los treinta y dos rasgos. Hasta ese momento, habían morado en el mundo del espacio vacío, situado en la región inferior del mundo saha. Pero cuando oyeron la voz del buda Shakyamuni, aparecieron desde lo  profundo.
Cada uno de estos bodisatvas era adalid de su propia gran asamblea, y venía acompañado de una comitiva equivalente a los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges.

Ni hablar, entonces, de aquellos que traían huestes numerosas como los granos de arena de cincuenta mil, cuarenta mil, treinta mil, veinte mil o diez mil ríos Ganges… O de los que venían con huestes pequeñas como los granos de arena de un solo Ganges, de medio Ganges, de un cuarto del Ganges, o diminutas como una parte en mil, en diez mil, en un millón de nayutas de Ganges. O de aquellos cuya hueste era solo diez billones de nayutas. O de solo diez mil millones. O de diez millones, un millón, o apenas diez mil. O de solo mil, cien o diez. O de aquellos que traían consigo solo cinco, cuatro, tres, dos o un discípulo. O de aquellos que venían sin compañía, prefiriendo llevar a cabo su práctica en soledad. Así eran ellos, entonces: inconmensurables, ilimitados, más allá de todo lo que alguien pudiera estimar mediante cálculos, semejanzas o parábolas.
Después de que estos bodisatvas hubieron surgido de la tierra, cada uno de ellos avanzó hacia la espléndida torre de los siete tesoros suspendida en el cielo, donde se encontraban el buda Shakyamuni y El Que Así Llega Muchos Tesoros. Al llegar, se volvieron hacia los dos Honrados por el Mundo, inclinaron la cabeza e hicieron una reverencia a sus pies. También rindieron homenaje a los budas sentados en sus sitiales de león, bajo los árboles enjoyados. Y, entonces, dieron tres vueltas completas en sentido derecho, unieron las palmas de sus manos en señal de respeto, utilizaron los diversos métodos de alabanza que emplean los bodisatvas para expresar elogios y, después, se ubicaron a un costado, contemplando con profundo gozo a los dos Honrados por el Mundo. Y mientras estos bodisatvas surgidos de la tierra llevaban a cabo sus diversos métodos para expresar alabanza a los budas, transcurrieron cincuenta kalpas menores.
En ese momento, el buda Shakyamuni se sentó en silencio, y, al igual que él, las cuatro clases de creyentes también permanecieron callados durante cincuenta kalpas menores, pero debido a los poderes sobrenaturales del Buda, a los miembros de la gran asamblea les pareció como si hubiera transcurrido apenas media  jornada.
Fue entonces cuando, gracias también a los poderes sobrenaturales del Buda, las cuatro clases de creyentes vieron que estos bodisatvas colmaban el cielo de incalculables cientos, miles, decenas de miles y millones de tierras. Entre estos bodisatvas había cuatro adalides. El primero se llamaba Prácticas Superiores; el segundo, Prácticas Ilimitadas; el tercero, Prácticas Puras, y el cuarto, Prácticas Consolidadas. Estos cuatro bodisatvas eran los maestros rectores y los líderes más excelsos de todo el cónclave. En presencia de la gran asamblea, cada uno de ellos unió las palmas de sus manos, contempló al buda Shakyamuni e inquirió:

—Honrado por el Mundo, ¿tienes pocas enfermedades y pocas pre- ocupaciones? ¿Tus prácticas avanzan confortablemente? ¿Reciben la enseñanza con facilidad aquellos a quienes te propones salvar? ¿El esfuerzo no deja extenuado y exhausto al Honrado por el Mundo?
En ese momento, los cuatro grandes bodisatvas se expresaron a través de estos versos:

—¿Se encuentra confortable el Honrado por el Mundo,
con pocas enfermedades y pocas preocupaciones?
¿Puede enseñar y convertir a los seres
sin fatiga ni extenuación?
¿Aprenden o no aprenden fácilmente
los seres vivos?
¿No dejan extenuado y exhausto
al Honrado por el Mundo?

En ese momento, en medio de la gran asamblea de bodisatvas, el Honrado por el Mundo pronunció estas palabras:
—¡Nada de eso, buenos hombres! El Que Así Llega se encuentra bien y es feliz; tiene pocas dolencias y pocas preocupaciones. Me es fácil convertir y salvar a los seres vivos, y por eso no me siento desfallecido ni exhausto. ¿Por qué? Porque los seres han recibido constantemente mi instrucción en el pasado, era tras era. Y ellos también han presentado ofrendas y han rendido tributo a los budas del pasado, y han plantado diversas buenas raíces. De modo que cuando los seres vivos me ven por primera vez y escuchan mi prédica, de inmediato la aceptan y creen en ella, entran en la sabiduría de El Que Así Llega, con excepción de aquellos que anteriormente practicaron y estudiaron el pequeño vehículo. Ahora, haré posible que estas personas escuchen este sutra e ingresen en la sabiduría del Buda.
Entonces, los [cuatro] grandes bodisatvas se expresaron nuevamente en verso y dijeron:

—¡Excelente,  excelente,
Honrado por el Mundo, gran héroe!
Los seres vivos
son salvados y convertidos fácilmente.
Saben cómo inquirir sobre
la profundísima sabiduría de los budas,
y cuando la escuchan, creen en ella y la comprenden.
¡En consecuencia, estamos de  parabienes!

En ese momento, el Honrado por el Mundo alabó con estas palabras a los grandes bodisatvas que lideraban el grupo:
—¡Excelente, excelente, buenos hombres! Vuestro corazón sabe cómo regocijarse por El Que Así Llega.
En ese momento, el bodisatva Maitreya y la multitud de bodisatvas numerosos como las arenas de ocho mil ríos Ganges pensaron al mismo tiempo: «¡Nunca hasta ahora habíamos oído hablar de una multitud tan colosal de bodisatvas como estos que han surgido de la tierra y que ahora se encuentran frente al Honrado por el Mundo, con las palmas de las manos unidas, presentando ofrendas y preguntando a El Que Así Llega cómo se encuentra!».
En ese instante, consciente de lo que estaban pensando los bodisatvas numerosos como los granos de arena de ocho mil ríos Ganges, y con el deseo de resolver sus propias dudas, el bodisatva Maitreya unió las palmas de sus manos, se dirigió hacia el Buda y planteó esta pregunta en forma de verso:

—Bodisatvas  incontables,
de a mil, diez mil y millones,
en hueste tan grande como jamás se vio en el pasado…
¡Suplico al más honorable de los seres con dos piernas
que me explique de dónde han venido
y qué causas y condiciones los han hecho congregarse!
De inmenso cuerpo y grandes poderes trascendentales,
de sabiduría inescrutable,
de firme intención y firmes pensamientos,
armados de formidable perseverancia,
su presencia deleita la vista de los seres…
¿De dónde han venido?
Cada uno de estos bodisatvas trae consigo un séquito
en cantidad incalculable
como los granos de arena del Ganges.
Y algunos de estos grandes bodisatvas
traen huestes numerosas como los granos de arena de sesenta mil
ríos Ganges.
Esta gran multitud
va en pos del Camino del Buda con un único pensamiento.
Estos grandes maestros
equivalentes a los granos de arena de sesenta mil Ganges
acuden juntos a presentar ofrendas al Buda
y a proteger y custodiar este sutra.
Más cuantiosos aún son los que tienen seguidores
como los granos de arena de cincuenta mil ríos Ganges,
o como las arenas de cuarenta mil Ganges, de treinta mil,
de veinte mil, de diez mil,
de un millar, de cien ríos,
o como los granos de arena de un solo Ganges,
de medio Ganges, de un tercio o un cuarto,
o de una sola parte en diez mil millones;
y más numerosos aún son los que traen
diez millones de nayutas,
o diez mil millones o medio millón de discípulos.
Y más numerosos incluso que estos que acabo de mencionar
son los que poseen cien mil o diez mil seguidores
mil o un centenar,
cincuenta o diez,
tres, dos o uno,
o aquellos que vienen sin acompañantes,
al lugar donde se encuentra el Buda,
gustosos de practicar en soledad.
Si uno quisiera usar un ábaco
para calcular el número de seres que integran esta gran multitud,
jamás llegaría a conocer la cifra exacta,
aunque empleara tantos kalpas como los granos de arena del Ganges.
Esta hueste de bodisatvas
de inmensa dignidad, virtud y diligencia,
¿de quién escuchó predicar la Ley?
¿Quién les enseñó y los convirtió, y los hizo llegar a ser así?

¿Bajo la guía de quién abrigaron por primera vez
el deseo de lograr la iluminación?
¿Y la Ley de qué buda elogian y proclaman?
¿Qué sutra abrazan y llevan a cabo, de qué buda es el Camino que
practican?
Estos bodisatvas poseen poderes trascendentales
y el poder de una gran sabiduría.
Han hecho que la tierra tiemble y se abra en las cuatro direcciones
y todos han surgido de su interior.
Honrado por el Mundo, ¡nunca he visto nada igual
desde los tiempos pretéritos!
Te suplico que me digas de dónde vienen
y cuál es el nombre de su tierra.
Constantemente he viajado de un lugar a otro,
pero ¡nunca he visto algo semejante!
En toda esta multitud,
no hay una sola persona que conozca.
De pronto, han surgido de la tierra...
¡Te ruego que me expliques la causa!
Todos los miembros de esta gran asamblea,
estos incalculables cientos,  miles,
millones de bodisatvas
quieren conocer estas cuestiones.
¡Con respecto a las causas que gobiernan el comienzo y el final
de esta multitud de bodisatvas,
poseedor de incalculable virtud, Honrado por el Mundo,
te imploro que disipes las dudas de la asamblea!

En ese momento, los budas que eran manifestaciones corpóreas del buda Shakyamuni y que habían llegado desde infinidad de miles, decenas de miles, millones de tierras en las otras direcciones, estaban sentados con las piernas cruzadas sobre sus sitiales de león, bajo los árboles enjoyados que engalanaban las ocho direcciones. Todos los asistentes de estos budas vieron a la gran multitud de bodisatvas que habían surgido de la tierra en las cuatro direcciones del gran sistema planetario y estaban allí suspendidos en el aire. Cada uno dijo a su correspondiente buda:
—Honrado por el Mundo, ¿de dónde ha salido esta gran multitud de inconmensurables, ilimitados asamkhyas de  bodisatvas?
Entonces, los budas hablaron a sus asistentes y les dijeron:
—Esperad un momento, buenos hombres. Hay un bodisatva llamado Maitreya, que, según profetizó el buda Shakyamuni, será el próximo en llegar a ser un buda. Él ya ha interrogado al Buda sobre esta cuestión, y ahora este se dispone a contestarle. Aprovechad la ocasión para escuchar lo que le responde.
En ese momento, el buda Shakyamuni dijo al bodisatva Maitreya:
—¡Qué excelente, qué excelente, Ajita, que hayas preguntado al Buda sobre esta gran cuestión! Todos vosotros, con un único pensamiento, debéis vestir la armadura de la diligencia, y debéis decidiros a cultivar una firme intención. Ahora, El Que Así Llega desea hacer surgir y proclamar la sabiduría de los budas, el poder trascendental libremente ejercido por los budas, el poder de los budas que tiene la ferocidad del león, el poder feroz y tremendamente imponente de los budas.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Sed diligentes y armaos de un único pensamiento
pues quiero explicaros este asunto.
No alberguéis dudas ni pesares...
La sabiduría del Buda es difícil de escrutar.
Ahora, haced surgir el poder de la fe,
ejercitad la paciencia y la bondad.
Ahora, todos podréis escuchar
una Ley que nunca habíais escuchado en el pasado.
Ahora, os infundiré consuelo y seguridad,
así que no abriguéis dudas o temores.
El Buda no posee sino palabras veraces,
y su sabiduría es imposible de medir.
Esta Ley superior que él ha adquirido
es muy profunda, incapaz de ser analizada.
Ahora él la expondrá,
así que escuchad con un solo propósito.

Habiendo pronunciado estas palabras, el Honrado por el Mundo dijo entonces al bodisatva Maitreya:
—En lo que concierne a esta inmensa multitud, ahora te digo lo siguiente. Ajita, con respecto a estos bodisatvas que han surgido de la tierra en cantidad de asamkhyas incalculables e incontables y a quienes nunca has visto antes en el pasado: después de que yo logré la iluminación suprema y perfecta en este mundo saha, convertí y guié a tales bodisatvas, forjé su pensamiento y les hice abrigar el ansia de transitar el Camino.

Todos ellos han estado viviendo en el mundo del espacio vacío debajo del mundo saha; leen, recitan, entienden las diversas escrituras, las ponderan, trazan distinciones y las conservan correctamente en su memoria.
»Ajita, estos buenos hombres no encuentran placer estando aquí en la asamblea y hablando largo tiempo. Lo que les causa deleite es estar constantemente en un sitio tranquilo, esforzándose con dedicación, sin un instante de descanso. Tampoco permanecen entre seres humanos y entre seres celestiales; constantemente se solazan en la sabiduría profunda, libre de toda restricción. Y en forma incesante se deleitan en la Ley de los budas, y en buscar con diligencia y con un solo propósito la sabiduría insuperable.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Ajita, debes comprender esto.
Estos grandes bodisatvas
han practicado la sabiduría del Buda
durante incontables kalpas.
Yo los he convertido a todos;
he hecho que decidieran buscar el gran Camino.
Son mis hijos,
habitan en este mundo,
constantemente dedicados a la práctica de los dhutas,
prefiriendo los sitios tranquilos,
rechazando la confusión y el alboroto de la multitud,
sin deleitarse en hablar demasiado.
De tal forma, estos hijos
estudian y practican mi enseñanza del Camino.
Y para que puedan buscar el Camino del Buda
con constancia y dedicación,
día y noche en este mundo saha,
han estado viviendo en el espacio vacío que hay en su parte inferior.
De tenaz voluntad y concentración,
con diligencia permanente en pos de la sabiduría,

exponen diversas doctrinas espléndidas
y sus mentes no conocen el temor.
Cuando me hallaba en los alrededores de la ciudad de Gaya,
sentado bajo el árbol bodhi,
logré la iluminación más elevada y correcta,
e hice girar la rueda de la Ley insuperable.
A partir de entonces, les enseñé y los convertí,
e hice que buscaran el Camino por primera vez.
Ahora, todos ellos habitan en el nivel del que no se retrocede,
y todos, en su momento, llegarán a ser budas.
¡Lo que os estoy diciendo ahora son palabras veraces;
debéis creer en ellas con una sola intención!
En todo momento, desde el largo y distante pasado,
he venido enseñando y convirtiendo a esta multitud.

En ese momento, el bodisatva Maitreya, así como los otros incontables bodisatvas, sintieron que en su mente se levantaban dudas y confusiones. Los intrigaba esto que nunca antes había acontecido, y por eso pensaban: «¿Cómo puede ser que el Honrado por el Mundo, en un tiempo tan limitado, haya enseñado y convertido a un número de asamkhyas tan inconmensurable, infinito de grandes bodisatvas como estos, y les haya permitido habitar en la iluminación suprema y perfecta?».
Dijo entonces Maitreya al Buda:
—Honrado por el Mundo, cuando El Que Así Llega era príncipe heredero, te marchaste del palacio de los Shakyas y te sentaste en el lugar de la iluminación, no lejos de la ciudad de Gaya, donde lograste la iluminación suprema y perfecta. Desde ese entonces, han transcurrido apenas cuarenta años o poco más. Honrado por el Mundo, ¿cómo es posible que en tan corto tiempo hayas llevado a cabo una tarea tan grande como un buda? ¿Fue acaso empleando los poderes imponentes de un buda o sus beneficios como pudiste enseñar y convertir a un número tan incalculable de grandes bodisatvas y les permitiste lograr la iluminación suprema y perfecta? ¡Honrado por el Mundo, para poder calcular los asistentes a un cónclave de grandes bodisatvas tan impresionante como este, una persona tendría que pasar mil, diez mil, un millón de kalpas contando sin jamás llegar hasta el final y sin descubrir cuál es su límite! Desde el remoto pasado, en la morada de incalculables, ilimitados budas, ellos tienen que haber plantado buenas raíces, tienen que haber practicado el Camino del bodisatva, tienen que haber llevado a cabo constantes prácticas de Brahma…

¡Honrado por el Mundo, al mundo entero le cuesta creer algo semejante!
»Supongamos, por ejemplo, que un joven de veinticinco años, de tez rosada y cabello negro, señalara a alguien de cien años y dijera: “¡Ese que está allí es mi hijo!”, o que el hombre centenario señalase al joven y explicase: “¡Ese es el padre que me engendró y me crió!”. Algo así sería muy difícil de creer… Y lo mismo ocurre con lo que declara el Buda.
»A decir verdad, desde que tú mismo lograste el Camino no ha transcurrido un tiempo tan largo. Pero esta gigantesca multitud de bodisatvas ya se ha dedicado con seriedad y ahínco al Camino del Buda desde hace incalculables miles, decenas de miles, millones de kalpas. Han aprendido a entrar, a salir y a habitar en infinidad de cientos, miles, decenas de miles, millones de samadhis, han adquirido grandes poderes trascendentales, durante un largo período han llevado a cabo las prácticas de Brahma y han podido practicar paso a paso diversas buenas doctrinas, cultivando así la capacidad de hacer preguntas y de formular respuestas; son un tesoro de la humanidad, algo que muy rara vez puede conocerse en todos los mundos. Pero hoy, Honrado por el Mundo, ¿nos dices que, en el tiempo transcurrido desde que alcanzaste el Camino del Buda, has hecho que estas personas aspiren a la iluminación por primera vez, les has enseñado, convertido y las has guiado, y las has encauzado hacia la iluminación suprema y perfecta?
»Honrado por el Mundo, no ha pasado tanto tiempo desde que lograste la Budeidad, ¡y, sin embargo, dices que has podido llevar a cabo tan meritoria e inmensa labor! Nosotros mismos tenemos fe en el Buda, creemos que él predica de acuerdo con lo apropiado, que las palabras pronunciadas por el Buda jamás son falsas, y que el conocimiento del Buda es, en todos los casos, penetrante y amplio. No obstante, en el futuro, una vez que el Buda haya entrado en la extinción, si estas palabras son oídas por bodisatvas que recién han abrigado el deseo de lograr la iluminación, tal vez ellos no quieran aceptarlas o creer en ellas y, de esta manera, acaben cometiendo el crimen de rechazar la Ley. ¡Por lo tanto, Honrado por el Mundo, te suplicamos que expliques, para que desechemos nuestra duda, y para que, en las épocas futuras, cuando los buenos hombres oigan hablar de esta cuestión, no alberguen dudas!
En ese momento, el bodisatva Maitreya quiso reiterar, esta vez en verso, lo que acababa de decir:

—En el pasado, el Buda se alejó del clan Shakya,
abandonó su hogar y, cerca de Gaya,
se sentó bajo el árbol bodhi.
Poco tiempo ha pasado desde entonces,
¡pero estos hijos del Buda
son de número  inconmensurable!
Ya han practicado el Camino del Buda durante mucho tiempo,
han cultivado los poderes trascendentales y el poder de la sabiduría,
y han aprendido diestramente el Camino del bodisatva;
no se dejan ensuciar por cuestiones mundanas,
como la flor de loto en el agua;
surgen de la tierra
con actitud respetuosa y reverente,
y se presentan ante el Honrado por el Mundo.
Es algo difícil de creer…
¿quién podría darle crédito?
El Buda logró el Camino solo en tiempos recientes,
¡y sin embargo son tantos aquellos a quienes ha ayudado a triunfar!
Te suplicamos que despejes las dudas de la asamblea,
que hagas distinciones y expliques la verdad de la cuestión.
Es como si un joven
que acabara de cumplir veinticinco años
señalara a un anciano centenario,
de rostro arrugado y cabellos grises,
y anunciara: «¡Yo lo engendré!»,
y el anciano respondiera: «¡Este es mi padre!».
Un padre joven, un hijo anciano…
¡Nadie en el mundo podría creerlo!
Honrado por el Mundo, tu caso es similar.
Lograste el Camino solo en tiempos recientes.
Estos bodisatvas poseen una firme voluntad,
en ningún aspecto son inmaduros o tímidos.
Durante kalpas inconmensurables
han estado practicando el Camino del bodisatva.
Son sagaces respondiendo preguntas difíciles,
y sus mentes no conocen el temor.
Han cultivado con firmeza una actitud perseverante,
de recta dignidad y virtud.
Son alabados por los budas de las diez direcciones
por su aptitud y su destreza predicando distinciones.
No tienen deseo de permanecer entre la multitud,
y prefieren en todo momento un estado de meditación;
para buscar el Camino del Buda
han estado viviendo en el espacio que hay bajo la tierra.
Hemos escuchado esto en boca del Buda
y no albergamos dudas acerca de la cuestión.
Pero en bien de las épocas futuras, suplicamos al Buda
que explique y haga posible nuestra comprensión.
Si uno albergara dudas con respecto a este sutra
y no creyera en él,
caería de inmediato en los malos senderos.
Por eso te imploramos que nos lo expliques.
¿Cómo puede ser que, en tan corto tiempo,
hayas enseñado a bodisatvas tan innumerables,
que hayas despertado su espíritu de aspiración
y les hayas permitido habitar en el estado en el cual no hay retroceso?